¿Qué tanta declinación?
- José Miguel Guevara
- 20 jun
- 3 Min. de lectura
Emmanuel Todd en su trabajo “La derrota de Occidente” nos dice en un incisivo estudio la importancia que tienen las creencias religiosas en la integración de un Estado-nación y por lo mismo que en la medida que se va abandonando esa religión el tal Estado-nación pone en peligro su existencia.

Señala tres etapas de presencia de la religión: su práctica cabal, su práctica solamente litúrgica, a la que llama zombi, y su total abandono. Considera que los Estados Unidos las ha pasado ya y da por hecho que alcanzaron el punto de no retorno y por lo mismo la pérdida de su condición de Estado-nación.
Surge ahí nuevamente el ya muy manoseado tema de la declinación de ese país como nación hegemónica. Además nos proporciona varios títulos de trabajos coincidentes. Ciertamente podemos admitir que en su recorrido por la curva de Polibio el máximo punto de asenso lo alcanzó durante los años, no muchos, que lució como nación hegemónica sin rival a la vista. El panorama de rivalidad con China, la posibilidad de hegemonías regionales ha dado el paso para iniciar el descenso.
El tema ahora es ¿Qué tan pronunciada será la curva de caída y cuánto más se prolongará su influencia en nuestro globalizado planeta? No olvidemos que la hegemonía se deja sentir no solamente en el aspecto económico y militar, también en la cultura, lengua, arte, moda, la parte “blanda” de la hegemonía. ¿hacia dónde se dirigen los migrantes?
Podríamos decir que el lema de Trump “hacer grande América otra vez” es en cierto modo un reconocimiento de que las cosas no han ido bien.
El que haya logrado colocar a tres ministros “conservadores” en la Suprema Corte de su país, el que ahora esté trabajando fuerte a favor de la vida desde su concepción, el que limite fondos para la propagación en otros países de prácticas abortista y no favorezca la difusión de ideologías novedosas, son intentos de recuperar la moral protestante.
Ciertamente las raíces WASP (blanco, anglo-sajón, protestante) supremacista, tienen un lado positivo y otro negativo. Sobre este último los medios de comunicación “progresistas” están orientando la campaña antitrump, campaña que alimenta el mismo Trump con más de una de sus impertinentes declaraciones. Sin embargo, por estas acciones positivas y por algunas de las personas que componen su equipo próximo, tal parece que quiere revivir valores fundamentales del original Estados Unidos. ¿Aún es tiempo?
Hace unos veinticinco años más o menos leí “América una nación de derecha” de dos británicos: John Micklethwait y Adrian Wooldridge. Describen con bastantes datos de apoyo, como el ambiente americano profundo seguía siendo apegado a sus valores fundacionales cuando lo escribieron. ¿Entonces cómo pueden prosperar las campañas anti Trump? Puede ser que ya haya habido cambios dramáticos, pero también puede ser que las personas que tienen el micrófono suelen ser en general mucho más liberales que el promedio de la población, esto es un hecho ya observado por los sociólogos.
Aún tiene tres años y meses por delante esta administración norteamericana para cerrar cuentas, aún no podemos calificarla y es muy poco probable que en ese periodo se cierre la curva de Polibio. China está fuerte pero muy lejos de que su cultura llegue a ser hegemónica, Rusia con dificultades ocupa su territorio y si logra una porción de Ucrania para terminar el existente conflicto, tendrá un triunfo caprichoso pero está muy lejos de la hegemonía. Mientras India, la mayor democracia del mundo crece sin hacer mayor espaviento.
Ciertamente vivimos el final de la Modernidad, un nuevo horizonte se vislumbra, pero los cambios de época difícilmente pueden ser apreciados con claridad por los que los estamos viviendo.
Por cierto, el cambio de Pastor Supremo de la Iglesia Católica, un norteamericano de raíces pluriculturales y relativamente joven para el puesto, va a jugar un importante papel.
¡Al tiempo!
