Nacionalismo y catolicismo
- Jaime Aviña
- 16 jun
- 2 Min. de lectura
La embestida de Trump contra los migrantes es un esfuerzo para reforzar el nacionalismo, desde la perspectiva de la mayoría WASP, blancos anglosajones y protestantes, haciendo al resto de las etnias, latinos,negros, asiáticos o distintos, ciudadanos de segunda.

Las naciones que se fundan en los siglos XVI al XVIII, hacen a un lado a Dios para substituirlo por la Nación; en Inglaterra, Oliverio Cromwell, que de 1650-60, encabezó un gobierno conocido como la dictadura militar y puritana, se impuso el puritanismo como religión Nacional, se prohibieron las festividades y el consumo de alcohol, se cerraron teatros y hubo una feroz persecución contra los católicos, pero la dictadura no duro mucho, a la muerte Cromwell en 1558, le sucedió su hijo, pero en 1560 se restableció la monarquía, el rey Carlos II puso fin a la republica inglesa, pero la sustitución de Dios por la Nación, quedo asentada. Muchos puritanos huyeron hacia las colonias, especialmente en América, trayendo consigo el odio al catolicismo.
Años después la revolución francesa, decapita al rey, pretende eliminar a Dios y pone en su lugar a la diosa razón, con el común denominador de odio y persecución al catolicismo; la llegada de Napoleón consolida el nacionalismo francés.
En los años siguientes, el ascenso del nacionalismo en Italia, España, Rusia y especialmente Alemania.
Hoy día, hay muchas naciones, pero el ejemplo dado al mundo por el Nacionalismo alemán exaltado por Hitler, nos debe alertar sobre el peligro que genera el Dios Nación, al que Donald Trump está poniendo como paradigma de USA todey, poniendo a la nación por encima de la persona, de la religión, y de valores ajenos a la paz y muy cerca de la división, pues la Nación, cualquiera que esta sea, marca diferencia con otra distinta nación.
España, puede ser ejemplo de cómo varias naciones al formar una sola, si permanecen las raíces nacionales, puede ser motivo de conflicto y desunión, lo vemos hoy en Cataluña y el país vasco, sin dejar de lado a Galicia, de hecho, las diferencias idiomáticas son factor de desunión, la reciente cumbre donde algunos hablaron en catalán o en vasco, haciendo a un lado el idioma oficial no dejan dudas sobre el daño del nacionalismo extremo.
Al asumir ese nacionalismo, Trump conduce a los Estados Unidos a un puritanismo trasnochado, pero que subsiste, para vergüenza de una nación que se ha ostentado como paradigma de las libertades y defensora de los derechos humanos.
A diferencia del nacionalismo, la iglesia católica aparece como defensora de una visión ecuménica, cuando el papa León XIV nos pide acabar con las diferencias en la misión universal de lograr la paz y la armonía entre los pueblos y entre las naciones.
Los espero en mi próxima colaboración.
